
Es una Iglesia románica consagrada en el siglo XI que guarda una pequeña y misteriosa cripta sostenida por seis columnas, todas diferentes. Apenas a unos pasos de la iglesia, se encuentra un salto de nueve siglos que nos lleva a un cementerio modernista, obra de Bernardí Martorell, con algunos toques gaudinianos en las cruces y tumbas, que parecen surgir de la roca.